Al fin comida...[Delta G.]

Caminaba sin rumbo por la ciudad. A veces me preguntaba como había llegado hasta aquí, y no lo digo por Los Ángeles. Como llegue a ser famosa, como llegar luego de haber actuado en Barney a Disney, y luego a ser una de las estrellas pop conocidas en todo el mundo. Me sentía rara con todo eso, era raro. Los paparazzi, pensar que al principio me parecía divertido que todos me siguieran, ahora es un dolor de cabeza. Seguí caminando, mientras que con mi pie jugaba con una piedrita que había encontrado en el suelo. Mire hacía arriba, las estrellas ya salían, y la luna estaba perfecta para una escena de una película romántica. Reí al pesar eso, ¿Qué tan cursi podía llegara ser?

Mi estomago, por un momento lo había olvidado. Hace como media hora estaba rugiendo, pero el caminar y pensar me había hecho olvidar de el. Masajee mi estomago, y mire al mi alrededor buscando algún restaurante o algo para poder comer. Pero nada, tendría que seguir caminando un poco más, o tal vez volver a casa. Preferí caminar. Mi casa no era justo el lugar en donde quería estar en este momento. No era por que no me gustara mi casa ni mucho menos, si no que no me gustaba estar encerrada todo el tiempo.

-Al fin- Dije al ver un restaurante a unos cuantos metros delante de mi. Camine un poco más, y me metí en el. No había mucha gente, pues, ya eran más de las 11 de la noche. Me sorprendía que siguiera abierto el lugar, pero bueno, no venia para hacerme preguntas tontas ni nada. Al entrar, una chica se me acerco, y me pregunto si quería una mesa para mi sola o si venia con alguien más. Obviamente le dije que para mi sola. La chica parecía como un paparazzi, a cada rato miraba detrás de mi, para ver si mentía o no. Reí al ver como se ponía nerviosa al hablar conmigo, vamos, ni que fuera un monstruo.

-Gracias- Dije una vez que estuve sentada. Esta vez, vino otro chico, quien me dio la carta y se fue de inmediato. Al igual que la otra chica, nervioso. No entendía sus nervios, pero tampoco era algo que me inquietara. Elegí unos ravioles, que no tardaron en llegar. Mi estomago dio un ultimo rugido, y al fin se calmo. Seguí comiendo, mientras que en mi cabeza solo pensaba en como estaría mi hija.

Decir que si hace un tiempo no hubiera sido fuerte no podría estar viviendo lo que ahora vivía, vivía en una fantasía de la que jamás quería despertar mi vida era perfecta hasta cierto punto. Recibía apoyo de mis fans, recibía el amor de estos mismo, me sentía dichosa con solo tenerlos ahí cerca de mí. Ellos me sacaban siempre una sonrisa, a pesar del odio que podía llegar a tener a causa de bueno…mi ‘novio’ famoso, siempre me ponían una sonrisa en el rostro. Cuando defendían mi nombre o cuando me hacían olvidar las ofensas de los demás. Si hace un tiempo no hubiera sido fuerte, no estaría viviendo esto, ni mucho menos me encontraría visitando las calles de Los Ángeles respirando el aire fresco de la ciudad.

Había quedado de verme con una amiga para cenar, y para ser sincera ya se me estaba haciendo bastante tarde como siempre yo de despistada que no me fijaba en la hora de mis compromisos, era raro que arreglara una cena a tal hora de la noche pero era el único momento en que podría verla. Camine al restaurant a unas calles de ahí aprovechando como siempre para tomarme una que otra foto con quien la pidiera, o firmar un autógrafo para alguien. Sonreí una vez que entre al establecimiento, era uno de mis restaurants favoritos por no mencionar que era el restaurant donde mi manager me presento a Nick Jonas. Era mi mejor recuerdo, lo sé, era tonto que ese fuera el mejor de mis recuerdos contando que era solo una relación arreglada lo que ambos teníamos tristemente comenzaba sentir algo por él sin ser correspondida en absoluto.

Nos divertíamos juntos, pasar tiempo como amigos, riendo, bromeando. Pero hasta ahí no había sentimientos de amor por parte de él o al menos yo jamás los veía y estaba consciente de que no los vería tampoco. Negué con la cabeza limpiando mis pensamientos de él, del chico de rulos más lindo que había llegado a conocer. Una de las camareras me guió a una mesa para dos, y apenas me senté me entrego la carta.- Gracias, pero espero a alguien primero. –Le sonreí de lado con ese gesto de cortesía que siempre tenía, ella se alejo de mí y yo mire alrededor dejando mi bolso sobre la mesa.

Un rostro capto mi atención sobre los pocos que quedaban en el restaurant, un cabello negro inconfundible y aquel perfil de cara reconocible. Solté un suspiro, Selena Marie Gomez, no era la mejor persona con la que podía toparme contando que yo me arrepentía tanto de haberle quitado al chico que ella amaba por más que se tratara de algo ficticio y porque, la envidiaba, envidiaba el hecho de que Nick la había amado.

Empecé a revolver la comida con el tenedor. De pronto el hambre se había evaporado de mi cuerpo, y un gran dolor lo reemplazo. No sabía por que ese dolor. Una lagrima se resbalo por mi mejilla, que rápidamente limpie. Un recuerdo volvió a mi mente. Ese en el que, vestida de blanco, me acercaba hacía el altar. Y pensar que todo eso había pasado cuando apenas tenía 16 o 17 años. Todo por una niña hermosa que ahora dormía en mi casa, que era mi hija, solo mía. Una sonrisa se formo, al recordar la dulce cara de Alexia. Era una niña hermosa, eso sin dudas. Le encanta cantar, jugar, es como una pequeña caja de sorpresas. Me metí un bocado en la boca, pero sin ganas. Apenas podía masticar, con solo recordar esa noche la melancolía volvía a mi mente, y sobre todo a mi corazón.

La puerta se volvió a abrir. Corrí la mirada hacía ella, y vi que una chica alta y rubia entraba. Esa cara la conocía bastante bien, pero como no. Desde hace unas semanas la única cara que se ve es la de ella en las revistas, la de ella, y bueno, su actual novio. No tenía nada contra ella, tampoco la conocía como para saber si nos llevaríamos bien o no. Desvíe la mirada, y volví a mi comida. Todavía no se enfriaba, por lo que empecé a comerla un poco más rápido, teniendo cuidado también de no ahogarme, sería la gota que revalsara el vaso.

Sentí que una mirada de clavaba en mi. Mire hacía atrás, y así era. Delta me miraba, no sabía exactamente por que. Mire hacía el plato de nuevo, sin muchos ánimos. No tenía ganas de nada. Y menos de tener que aguantar los paparazzi luego sacando sus especulaciones por haberme cruzado con alguien. Acomode un mechón de pelo detrás de mi oreja, y trate de seguir comiendo. Pero ya era imposible, estaba frío, y digamos que, preferí dejarlo así.

Llame a una de las camareras, y pedí si se podían llevar los ravioles, y traerme un café. Era mejor tomarme un café, relajarme por un rato, y no pensar, si no volvería a lo mismo que antes. La chica amablemente hizo lo que le pedí. La verdad, que el servicio aquí era excelente, no me podía quejar. El café llego rápido, y empecé lentamente a tomarlo. Mire la hora en mi celular, no había pasado más de media hora desde que había llegado, ahora el tiempo se pasaba muy despacio.